El volcán Sierra Negra es parte de un conjunto de volcanes que son
generados por un punto caliente (hotspot), emplazado a 1,100 km al oeste de las
costas ecuatorianas. Este es un volcán de características muy diferentes a los
volcanes peruanos. En efecto, en general se puede considerar que hay dos tipos de volcanes:
los volcanes grises, es decir, aquellos de magma viscoso que generan erupciones
explosivas como es el caso de los volcanes del Perú, y los volcanes rojos, cuyo
magma es fluido y generan erupciones mucho más tranquilas con flujos de lava
que pueden discurrir largas distancias pero sin violentas explosiones, como es
el caso del volcán Sierra Negra.
La ultima erupción del volcán Sierra Negra, ocurrida en 2005, emitió 150
millones de m3 de lava, es decir, el equivalente aproximado de 100
veces el estadio Nacional de Lima. Afortunadamente, para los habitantes de la
isla Isabela, donde se encuentra el volcán, las zonas habitadas como Puerto
Villamil están a más de 23 km del cráter y, según las autoridades locales, sin
peligro de ser alcanzadas por los flujos de lava similares a la erupción
anterior.
Dos aspectos pueden ser comparados entre esta erupción con la observada
semanas atrás en el volcán de Fuego en Guatemala, la cual generó más de 112
muertos: un relativo mayor avance en el conocimiento científico y permanente
vigilancia geofísica y, además, una mejor preparación para la gestión del
riesgo de desastres volcánicos, por parte de Ecuador, y una menor y/o
deficiente preparación de la comunidad guatemalteca.
Los instrumentos geofísicos desplegados con mucha anticipación en el
volcán Sierra Negra permitieron hacer el seguimiento de todo el proceso de
intranquilidad del volcán que desencadenó posteriormente en una erupción. Este
fenómeno eruptivo fue perfectamente pronosticado por el Instituto Geofísico de
la Escuela Politécnica Nacional de Quito, Ecuador, con días de anticipación, lo
cual permitió, asimismo, que las autoridades de la Secretaria de Gestión de
Riesgos de este país ordene rápidamente poner en marcha los planes de
contingencia en resguardo de los habitantes y de la propiedad pública y
privada. Éxito de la ciencia y de la preparación en gestión del riesgo de
desastres.
En nuestro país, a partir de la primera erupción del volcán Sabancaya en
1990, el IGP ha efectuado múltiples estudios científicos y desarrollado la
capacidad del pronóstico de erupciones logrando prever tanto la erupción del
volcán Ubinas en septiembre 2013 y la del volcán Sabancaya en noviembre de 2016.
Actualmente, con el proyecto de “Mejoramiento y Ampliación del Sistema de
Alerta Volcánica en la Región Sur del Perú”, el IGP tendrá instrumentación
geofísica permanente y en tiempo real en 10 volcanes activos del sur, aquellos
que representan el mayor riesgo para la población. De esta manera, tendremos
información actualizada cada minuto de estos colosos, la necesaria para
identificar las primeras señales de posibles reactivamientos, y así poder
avisar oportunamente a autoridades y población ante la posibilidad de una
erupción.
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